The Return of the King: El final de una
era, el comienzo de otra.
Claro que sí. El día de mi cumpleaños número 14 fui a
ver la tercera parte de The Lord of the
Rings, The Return of the King. Yo
no cabía en mí mismo para cuando llegué al cine. Esta trilogía me había llegado
a tomar la decisión de estudiar en una escuela especializada en producción de
radio y televisión, porque quería (y aun quiero), dedicarme al cine y llegar a
ser un cineasta exitoso. Una gran parte de mi vida estaba terminando ansiaba
ver cómo acabaría.
Pasaron las 3 horas 14 minutos que tuvo de duración la
última película y las lágrimas corrían por mi rostro, claro que las oculté
porque no quería que me vieran llorar). No podía creer lo que había visto, la
mejor película que hasta la fecha había podido presenciar. Fue una alegría en
ver que la concluyeran de una manera tan épica (en serio esta película define
la palabra épica), pero al mismo tiempo ya no regresaría a la tierra media
creada por Tolkien y desarrollada por Peter Jackson, o eso pensaba yo en
diciembre del 2003.
Ya en este punto no tenemos casi personajes nuevos.
Solo puedo recordar a Denethor, el padre de Boromir, dentro de los nuevos
personajes. Pero sí hay nuevos escenarios que ver. Aquí veremos con lujo de
detalles la grandiosa ciudad blanca, Gondor, donde está el trono que le
pertenece a Aragorn. También vemos la guarida de la araña, un lugar horrible
donde han ido a morir todos los que han entrado. Por último vemos Mordor, más
allá de la torre de Sauron o el Monte del Destino. Vemos su paisaje, que no es
otra cosa que piedras y tierra muerta.
Pero esta película no se trata de nuevos escenarios o
nuevos personajes. Ya el “setting” está establecido, las fichas están en el
tablero, conocemos quiénes son y qué quiere. Llegó el momento de tomar las
decisiones. De eso se trata The Return of
the King, de tomar decisiones, esas que cambiarán el destino del mundo,
pero que deben ser tomada. Aragorn debe decidir si quiere o no ser rey. Merry y
Pippin deben decidir qué papel van a jugar en la guerra por venir. Incluso
Arwen tiene que decidir si va a abandonar el mundo y renunciar a su amor por
Aragorn. Y Frodo debe decidir si tiene la fuerza para desligarse de la sortija
que lo ha corrompido por meses. El tema de esta película es tomar decisiones y
aprender a vivir con ellas.
Como dije en el primer artículo de esta retrospección
de The Lord of the Rings, lo más
importante de esta trilogía son sus personajes. Así que en esta película lo más
importante es cómo van a concluir los personajes, todos ellos. Frodo ya sabe
que su tarea es solo y nadie puede ayudarlo. Nuestro héroe pasa un infierno
hasta las llamas del volcán y ahí, justo cuando el destino del mundo está por
decidirse, fracasa. Fracasa porque el anillo es más fuerte y al igual que a
Isildir en el prólogo de The Fellowship
of the Ring, lo corrompe y lo hace no querer destruirlo. Claro que esta
historia debía terminar de una manera satisfactoria y aquí es que Gollum juega
su papel más importante. Es él, el mismo hobbit que rescató el anillo luego de
2500 años en el agua, el que destruye (por accidente claro), el mal de la
sortija.
Realmente hay que admitir que en comparación con las
grandes escenas de acción que están llevando a cabo en Gondor, la parte de
Frodo no es tan interesante. El sujeto solo camina, quejándose del dolor de
cargar la sortija y escuchando consejos del villano. Mientras que Aragorn y
Gandalf están a espadazos vivos abriéndose camino entre el mar de orcos que los
rodea. Es como ver dos películas a la vez, una de acción y aventura y otra de
drama. Pero aunque parezca un tantito aburrida, tiene igual importancia que la
parte entretenida.
Dicho lo que me parece que es uno de las partes menos
brillantes de la trilogía, debo resaltar que todo lo demás es grandioso. Mis personajes
favoritos son Merry y Pippin, porque son los del cambio más radical. Pasan de
ser unos traviesos irresponsables, a ser los héroes de la película. Tener dos
personajes secundarios tan bien desarrollados es una de las mejores partes de
esta película y es en The Return of the
King donde ambos cobran una significativa importancia.
La escala de los escenarios es igual de
enorme/magistral que sus predecesoras. Nuevamente se usaron cientos de extras
en los sets creados por el equipo de producción. La batalla final en las
puertas de Mordor fue filmada en un campo minado que “podría” tener una que
otra mina activa. Y ahí estaban, unas 200 personas luchando entre ellas rogando
no volar en pedazos. En la gran escena de la cabalgata, cuando Rohan llega al
rescate de Gondor, se usaron unos 70 jinetes, todos con sus propios caballos.
Es aquí donde se unen todos esos grandes elementos de las películas anteriores
y terminan aun más grande.
Al final las sortija es destruida, Aragorn reclama su
derecho al trono y los 4 hobbits, héroes de nuestra trilogía, regresan a casa.
Regresan como soldados que vuelven a su hogar luego de vivir un infierno.
Sienten que no encajan del todo y se les hace difícil volver a lo que era su
rutina. Es tanto lo aislado que Frodo se siente que al final decide abandonar
el mundo junto a Gandalf y los elfos y deja a Sam para que siga su propia
aventura. Este es el momento más emotivo en toda la trilogía, la despedida de
los hobbits. Una escena que grabaron en medio de la filmación y tuvieron que
hacerla tres días distintos porque siempre se dañaba.
The Return of the King estrenó y al
igual que las anteriores, fue un éxito. Logró recaudar más de $1,200 millones
(sin ayuda del 3D). Siete años después de que Peter Jackson comenzó el proceso,
en el mismo lugar donde 5 años antes Sean Austin (Sam) y Elijah Wood (Frodo),
se conocieron, la película barrió con los Oscar, ganando 11 en total, en todas
las categorías que fue nominada. El viaje aun no terminaba porque unos días más
tarde regresarían al estudio a grabar varias escenas para la versión extendida.
Cuando se habla de películas exitosas, estas son las
primeras en la lista. El mismo Christopher Nolan admitió que esta trilogía fue
lo que lo impulsó a querer crear la mejor trilogía posible de una película de
súper héroes. Entre las tres películas hay más de 2 mil millones de dólares y
16 premios de la Academia. The Return of
the King se convirtió en la primera (y hasta ahora única), película de
fantasía que la Academia ha reconocido como la mejor película del año.
Finalmente mi viaje terminó como comenzó. En mi
cumpleaños #15, celebrado en diciembre del 2004, tuve en mis manos las tres
versiones extendidas de The Lord of the
Rings. 11 horas de película en total y sí, las he visto todas corridas. Y
más de 10 horas de “special featuretes”, que me levantan el ánimo cuando estoy un
poco triste. Aun no he logrado hacer una película, pero ese viaje está lejos de
ser terminado. Confío en que en unos años podré decir que The Lord of the Rings fue una de las películas que me hicieron
estudiar cine y seguir esa carrera. Y espero que algún día uno de mis filmes
tenga el mismo impacto en un niño de 12 años como estos lo tuvieron en mí.
Por: David A.
Maldonado Hernández
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