Magneto
No solo es uno de los villanos más recordados en las
películas, sino que es uno de los villanos más importantes en el mundo de los
comics.
Eric Lensherr es un judío que vivió en los campos de
concentración Nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Vivió con temor de los
hombres que lo torturaban para averiguar qué era lo que tenía de especial. Al crecer
se convirtió en Magneto, un mutante capaz de controlar todo tipo de metales.
Junto a su mejor amigo Charles Xavier intentó cambiar el mundo para que la raza
humana los aceptara como mutantes. Pero el mundo no estaba listo para ellos y
en el corazón de Eric vivía demasiado odio y rencor hacia los hombres. Magneto
se volvió en contra de Xavier y desde entonces ha intentado una y otra vez
acabar con los humanos y dejar que los mutantes gobiernen el planeta.
No todos los villanos creados para aparecer en un
comic logran apoderarse de la gran pantalla. Pero Magneto es uno de los pocos que
saca esa maldad única y logra romper la barrera de las páginas y alcanza la
fotografía y la audiencia. La primera vez que se vio a este personaje en la
gran pantalla fue en el 2000, interpretado por Ian McKellen. Esa personalidad
tan humilde, pero que a la vez sabes que trama algo sumamente malvado, logró
ser la perfecta herramienta para que el mundo entero apoyara a este personaje.
Magneto no es un malo sencillo. Si uno comete el error
de intentar ponerse en su posición y fingir que ha vivido lo que este ser ha
vivido, uno terminaría haciendo lo mismo que él. Una vez lo describieron como
un Malcom X de la ficción, mientras que Professor X era un Martin Luther King
Jr. Esta comparación es sumamente acertada, porque Magneto es la encarnación de
alguien que tiene la razón en su argumento, pero los medios que utiliza para
hacerse valer no son los más éticos ni los más eficientes.
Esto crea una indecisión en la audiencia sobre a qué
personaje apoyar. No puedes odiar a Magneto porque Xavier lo estima mucho y
siempre lo llama su amigo. Pero tampoco puedes estar de su lado porque tú no
intentarías convertir a todo el mundo en mutante. Vamos, en la primera película
su pecado no fue intentar convertir a toda una ciudad en mutante. Su pecado fue
querer hacerlo ignorando por completo que esta transformación acabaría con la
vida de aquellos que se expusieran a ella. Entonces es como querer estar con
Dios y el diablo.
Esta misma situación se vivió con X-Men: First Class, cuando Michael Fassbender interpretó al villano
(que en esta película todavía no era tan malo). Uno como audiencia no sabe a quién
apoyar. Claro, esto también se le atribuye a la extraordinaria actuación de
ambos artistas (James McAvoy y Fassbender). Cuando una persona quiere crear un
villano que le juegue con la mente a la audiencia (no a los personajes), este
es un recurso del que no puede prescindir. Hacer un villano tan bueno que las
personas no se dan cuenta de toda la maldad que hay dentro de él hasta que es
muy tarde.
Por tres películas McKellen hizo de este villano y en First Class Fassbender tomó su lugar
(como una versión más joven) y ahora repetirá el papel para Days of Future Past, la cual estrena en
el 2014.
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